Las Naciones Unidas proclamaron el 22 de abril como Día Internacional de la Tierra, reconociendo que es el hogar de la humanidad y de todos los seres que la habitan. Es un llamado a actuar, impulsando prácticas ambientales que respeten y cuiden el planeta, como aspecto fundamental para promover una vida en armonía con la naturaleza y alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
Desde tiempos inmemoriales los Pueblos Indígenas han mantenido, y lo continúan haciendo día a día, una profunda conexión con el territorio que los rodea, entablando con él un vínculo profundo, espiritual.
Las Comunidades Indígenas desarrollan conocimientos y prácticas que les permiten vivir en armonía con la naturaleza y utilizar los bienes de la tierra de manera sostenible.
Sin embargo, esta conexión es permanentemente amenazada por el avance del extractivismo, la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva y la consecuente crisis climática, que afecta a toda la humanidad.
Nancy Solitario manifiesta: “Para nosotros, los Wichí, la tierra es nuestra fuente de vida, sin duda es algo sagrado que se debe cuidar y apreciar en todos los sentidos. Sufrimos adversidades a causa del aprovechamiento y explotación de los bienes naturales por personas que únicamente piensan en el dinero. Solo queremos que nuestra tierra sea como lo que era antes, fértil, llena de árboles y arbustos, llena de vida, y recorrerla sin ninguna limitación. La naturaleza es algo que nutre y satisface todas nuestras necesidades”.
Verón Ruiz reflexiona: “Para el Wichí la tierra es donde desarrollamos nuestra cosmovisión, conocimientos, costumbres y educación”.
Los Pueblos Indígenas defienden sus territorios, con su forma de vida cuidan la tierra y promueven la protección de la biodiversidad.