El 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Fecha establecida en conmemoración de la primera reunión que celebró, en 1982, el Grupo de Trabajo sobre las múltiples Poblaciones de Pueblos Originarios de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías.
Las Comunidades Indígenas aportan su enorme sabiduría que, a través de su experiencia de vida, cultura y vínculo con la naturaleza configuran su propio modo de sentir, comprender la existencia y vivir con el entorno, ofreciendo una alternativa a la ola consumista que extrae y explota permanentemente los bienes naturales.
En nuestro país, los Pueblos Indígenas padecen día a día consecuencias de injusticias históricas: la colonización, el despojo de sus territorios ancestrales, la falta de cumplimiento de sus derechos por parte del Estado, entre otros.
La búsqueda y exigencia del reconocimiento de sus identidades y el cumplimiento de sus derechos sigue siendo la motivación constante en sus luchas. Estos se expresan en el Artículo 75, Inciso 17 de la Constitución Nacional, como así también en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales, el más importante instrumento internacional; sin embargo los gobiernos no los efectivizan como debieran.
Vale rescatar las palabras del Papa Francisco en la 6ª Reunión Mundial del Foro de los Pueblos Indígenas, llevada adelante en el mes de febrero en el Vaticano, donde subrayó que, “hoy más que nunca se necesita un proceso de reconversión de las estructuras de poder consolidadas que rigen la sociedad de la cultura occidental y, al mismo tiempo, transforman las relaciones históricas marcadas por el colonialismo, la exclusión y la discriminación, dando lugar a un diálogo renovado sobre la forma en la que estamos construyendo el futuro del planeta”.
“Necesitamos con urgencia acciones mancomunadas, fruto de una leal y constante colaboración, porque el desafío ambiental que estamos viviendo y sus raíces humanas tienen un impacto en cada uno de nosotros. Un impacto no sólo físico, sino psicológico y cultural. Por ello, pido a los gobiernos que reconozcan a los Pueblos Indígenas de todo el mundo, con sus culturas, lenguas, tradiciones y espiritualidades, y que se respete su dignidad y derechos con la conciencia de que la riqueza de nuestra gran familia humana consiste precisamente en su diversidad”.


