
Cada 24 de marzo, Argentina recuerda el golpe cívico-militar de 1976, que dio inicio a una de las etapas más oscuras de su historia. Durante la última dictadura, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, el Estado implementó un régimen de terrorismo de Estado que persiguió, torturó y asesinó a miles de personas. Se disolvió el Congreso, se prohibió la actividad sindical y política, se censuró la prensa y se profundizó un modelo económico que marcó la desigualdad estructural que aún persiste.
Si bien la memoria colectiva ha logrado visibilizar a muchas víctimas de la represión, los Pueblos Indígenas han sido históricamente invisibilizados dentro de este proceso. Durante la dictadura, además de la vulneración de derechos humanos básicos, sufrieron la profundización del despojo territorial. Se facilitaron políticas extractivistas en sus territorios, favoreciendo el avance de grandes empresas mineras, agroindustriales y forestales. Además, hubo persecución, detenciones y desapariciones de líderes indígenas que luchaban por sus derechos.
En un contexto actual donde las Comunidades Indígenas siguen enfrentando desalojos, criminalización y violencia, reafirmar el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia es vital. Honramos a quienes dieron su vida por la defensa de los Pueblos Indígenas y bregamos por el reconocimiento y cumplimiento efectivo de sus derechos.