En 1816 más de 70% del actual territorio nacional estaba ocupado por Pueblos Indígenas.
Una muestra de esa preexistencia territorial es que el Acta de Independencia, sancionada en el histórico Congreso de Tucumán en 1816, fue traducida del castellano a los idiomas Quechua, Aymara y Guaraní para divulgarla entre la población criolla e Indígena.
El hecho de que fueran escritas en tres Lenguas Originarias, da cuenta de que los congresales de Tucumán honraron el espíritu de los primeros patriotas que desde antes de 1810 buscaron maneras de vincularse con los Pueblos Indígenas respetando sus diferencias y considerando su preexistencia.
Manuel Belgrano, en sintonía con José de San Martín y Martín Miguel de Güemes, llevó para ser discutida en Tucumán su propuesta de adoptar una monarquía constitucional como forma de gobierno de las Provincias Unidas, que tendrían su capital en el Cuzco y cuya corona sería entregada a un descendiente de la Casa de los Incas.
Por lo tanto es visible que la idea de configurar un nuevo Estado legitimando la primordialidad Indígena era algo que flotaba en el ambiente de la época.
Estas expresiones muestran la intención de conformar un país pluricultural junto a los Pueblos Indígenas. Propósito que no se mantuvo, ya que aún no se respetan plenamente los derechos indígenas y se sigue avanzando sobre sus territorios y los bienes naturales que hay en ellos.