A 14 años de la represión en la Comunidad Qom Potae Napocna Navogoh, -La Primavera, Formosa.

El 23 de noviembre de 2010, en la memoria de la Comunidad Qom Potae Napocna Navogoh, -La Primavera-, quedó marcado como un día de dolor, pero también de lucha y resistencia. Ese día, en su territorio ancestral que la ha sostenido por generaciones, se enfrentó a una represión brutal que intentó callar su derecho a existir y a defender lo que es suyo.

La Comunidad se oponía, pacíficamente en la ruta 86, a la expropiación de su territorio, reclamando lo que le corresponde por herencia y dignidad. Sin embargo, la respuesta fue el desalojo violento. Sus miembros se enfrentaron a balas, palos y gases, mientras se aferraban con fuerza a su memoria y sus derechos. Estaba amparada por la Ley de Emergencia Territorial Indígena, no obstante había sido arbitrariamente despojada de 600 hectáreas a favor de la Universidad Nacional de Formosa y de la familia Celía, relacionada con el poder político de la provincia.

Dos vidas se perdieron ese día: la de abuelo Roberto López, un indígena que luchaba con coraje, y la del policía Eber Falcón. La Comunidad denunció que este fue víctima de sus propios colegas, pero la justicia imputó a los miembros de la Comunidad.

Durante la represión, la policía incendió varias viviendas, mujeres y niños fueron llevados detenidos en camiones, muchas personas resultaron heridas y otras fueron perseguidas por los efectivos policiales dentro del monte. Al día siguiente, Mario López, del Pueblo Pilagá, fue atropellado por un patrullero mientras se dirigía a solidarizarse con la gente de La Primavera.

La justicia formoseña, aliada al poder ejecutivo, nunca investigó la responsabilidad de los ataques sufridos por la Comunidad ni de las dos muertes ocurridas allí, que permanecen impunes. En cambio, imputó a su líder Félix Díaz y a una veintena de miembros de la Comunidad por usurpación y otros delitos. Sin embargo, en 2012 fueron sobreseídos por falta de pruebas.

No solo sufrieron violencia física, sino también el intento de borrar su voz. Sin embargo, su memoria colectiva y su espiritualidad los hace un Pueblo fuerte. Resisten desde el canto, la palabra y la comunidad. Su lucha sigue viva, porque sueñan con un futuro en el que se respete su forma de vida, sus derechos y su relación con la tierra.

“Estamos tratando de sostener siempre la lucha por la identidad cultural de los Pueblos Indígenas en Argentina, especialmente de nuestra Comunidad Qom, donde hemos sufrido la represión brutal por parte de la Policía de la Provincia de Formosa en el año 2010”, relata Félix Díaz, presidente del Consejo Consultivo y Participativo de los Pueblos Indígenas de la República Argentina y Qarashé (autoridad) de la Comunidad Qom Potae Napocna Navogoh, y agrega, “a pesar del tiempo que pasó no hemos logrado recuperar el territorio ni acceder a la justicia como víctimas de la represión estatal. Van 14 años que estamos reclamando justicia, no hemos obtenido ni siquiera respuesta por parte de la Corte Suprema, ni de la provincia.”

“Estamos realmente preocupados por lo que está pasando a nivel país y a nivel mundial, por la persecución y discriminación por parte de los Estados, que ignoran la existencia de los Pueblos Indígenas a pesar de que somos reconocidos por la Constitución Nacional como Pueblos Preexistentes”, expresa.

Catorce años después la Comunidad sigue resistiendo el asedio del poder político provincial y no tiene tranquilidad en el ejercicio de la posesión territorial.Sin embargo, su lucha -que incluye acampes en Buenos Aires junto a sus hermanos Pilagá, Nivačle y Wichí- ha abierto caminos a la discusión de una ley de Propiedad de Territorios Comunitarios Indígenas, que continúa siendo su gran pedido. “Seguimos siendo blanco de persecución y amenazas. Argentina es un país multicultural y tiene una deuda social con los Pueblos Indígenas, que es la Ley de Propiedad Comunitaria”, reafirmó Félix.La Comunidad Qom Potae Napocna Navogoh sigue reclamando justicia, no solo por aquel día, sino por cada injusticia que los Pueblos Indígenas han soportado. Y lo seguirán haciendo, porque su espíritu no está vencido.

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