Desplazamientos, destrucción y daño ambiental
14 de marzo – Día Mundial de Acción contra las megarrepresas

El agua es fuente de vida, un bien natural que pertenece a todos los seres. Sin embargo, existen proyectos que, mediante su explotación, generan destrucción irreparable y riqueza para unos pocos.
Cuando se habla del desarrollo que traerían las megarrepresas hidroeléctricas, rara vez se menciona el alto precio que implica su construcción: cambios drásticos en el clima, daños irreversibles en el ecosistema, cuyo impacto suma al calentamiento global, acelerando la degradación del ambiente.
Las grandes represas, en su afán de producir energía en cuantiosos volúmenes, provocan la destrucción de entornos naturales, el desplazamiento forzado de comunidades, violaciones a los derechos humanos y la proliferación de enfermedades. Para los Pueblos Indígenas, estas obras representan una amenaza directa a sus derechos y a su modo de vida ancestral.
La devastación de áreas con un alto valor ecológico, agrícola y cultural obliga a reflexionar sobre el verdadero costo de esta forma de producción energética.
Esta jornada de concienciación fue establecida en Curitiba, Brasil, en 1997, tras la realización del Primer Encuentro Internacional de Pueblos Afectados por Represas. Durante la semana del 14 de marzo, se llevan a cabo actividades en defensa de ríos libres y la reparación de los daños causados por las megarrepresas.
Impactos irreversibles
Entidad Binacional Yacyretá
A pesar de su nombre en guaraní (jasy: luna, retã: casa), esta represa implicó el desplazamiento de Comunidades Indígenas Mbya Guaraní y la destrucción de su entorno natural entre las décadas de 1970 y 1980. Todo ello sin consultas previas ni compensaciones, en una clara violación de los derechos reconocidos en tratados internacionales y la Constitución Nacional.
Central hidroeléctrica Itaipú Binacional
Es la mayor generadora de energía del planeta y, aunque su nombre en guaraní (itaipu: piedra que suena) evoca la naturaleza, su construcción implicó la inundación de vastos territorios indígenas y la desaparición de treinta y cuatro Comunidades Guaraní. La empresa responsable nunca reparó los daños ni compensó a las familias desplazadas, a pesar de las enormes ganancias que ha generado desde su creación.