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El Himno Nacional Argentino, un símbolo de nuestra nacionalidad, en su versión completa, contempla a los Pueblos Originarios, pero con el paso del tiempo se le fueron suprimiendo estrofas, entre ellas la que menciona a los Pueblos Indígenas, invisibilizando esta realidad y formando generaciones hasta la actualidad.
La canción, escrita por Alejandro Vicente López y Planes en 1812 y luego musicalizada por Blas Parera, recibió de la Asamblea Constituyente de 1813 -de la que López y Planes era miembro- aprobación como “Marcha Patriótica”. La versión original, de veinte estrofas, duraba veinte minutos y fue abreviada a tres minutos treinta segundos en el año 1924. La canción patriótica aprobada por la Asamblea es una marcha épica, de versos intensos, donde se manifiestan los valores de la lucha por la libertad y el triunfo sobre el opresor tirano, de ahí su nombre original.
“La Marcha patriótica tuvo otras denominaciones posteriores que desembocaron en la denominación final de Himno Nacional recién para 1847, contexto en el que se estaba conformando el Estado Nación moderno y que veía como una necesidad política ir tejiendo la vestimenta de la identidad nacional que abrigará nuestro país.” señala Maximiliano Pedranzini, investigador del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales Felipe Varela.
Fue durante el segundo mandato del presidente Julio Argentino Roca (1898-1904) que se decide alterar la letra e interpretación de la “Marcha patriótica”. Roca firmó un decreto ordenando que en los actos oficiales se canten sólo los cuatro primeros versos, los cuatro últimos y el coro, versión que se canta en la actualidad.
El decreto del 30 de marzo de 1900 sostiene: “El Himno nacional contiene frases que fueron escritas con propósitos transitorios, las que hace tiempo han perdido su carácter de actualidad; tales frases mortifican el patriotismo del pueblo español y no son compatibles con las relaciones internacionales de amistad, unión y concordia”. Esto representó, entonces, una concesión y un gesto del gobierno nacional de Roca a funcionarios y políticos españoles al acercarse los festejos del primer centenario de la Revolución de Mayo, quienes reclamaban su anulación por considerarlas ofensivas hacia la corona española y, a juzgar por la época, al inicio del sistema capitalista dependiente en nuestro país.
Destacamos que la segunda estrofa anulada del himno no tiene ningún verso que pudiera ofender a España, pero el gestor de la segunda Campaña del Desierto, entonces presidente de la república, decidió una vez más eliminar a los indígenas.
“Se conmueven del Inca las Tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la patria el antiguo esplendor”
En esta estrofa, la segunda, se revaloriza la presencia Indígena en América, su grandeza e importancia y proclama el renacimiento de un país Inca sacrificado, saqueado, asesinado que, en el auge de la revolución, toma protagonismo y en sus tumbas revive al mirar la gran patria recuperada por los revolucionarios.
Se soñaba así con un país pluriétnico que reconocía a los Pueblos Indígenas. Un sueño que duró poco, ya que las ideas imperialistas se encargaron de borrar de la canción patria tan importante concepto. Pero en el que, a partir de la reforma constitucional de 1994 (artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional), volvemos a creer.