Por Estela Calapeña y Padre Vidal Zerpa, Pueblo Kolla
El Inti Raymi en Quechua, Wilka Kuti en aymara, We Tripantu o Wiñoy Tripantu en Mapuche, es una ceremonia religiosa –de la espiritualidad Indígena-, extendida en la región andina para celebrar o festejar el comienzo de un nuevo ciclo de vida. La traducción de su nombre al español es “Fiesta del Sol”.
Es un acontecimiento astronómico donde podemos recordar, ver, sentir, comprender y armonizarnos con el movimiento y la relación que existe entre el Sol (Inti) y la Tierra (Pachamama).
Tiene que ver con el solsticio de invierno, 21 de junio. Es el día más corto del año y está relacionado con la inclinación del eje de rotación terrestre, la órbita de nuestro planeta y la incidencia de la radiación solar. La palabra solsticio viene del latín que significa sol parado, el sol se ha detenido y empezará un nuevo ciclo.
En la observación astronómica, el sol se está alejando de la tierra y luego volverá. Esa noche es muy esperada porque a partir de ella el Sol comenzará a recorrer un camino aparente en el cielo cada vez más largo y los días se alargarán. Todo vuelve a comenzar.
La celebración de la fiesta del sol, de esta manera, no es al azar sino tiene que ver con un nuevo ciclo vital. Se ruega y se hacen ofrendas para que el nuevo ciclo pueda comenzar, se calienta a la Pachamama (Madre Tierra) para ayudarla y se llama a Inti (Sol), el padre que preside todo lo que vive en el aire, el agua y la tierra.
El nuevo ciclo solar es recibido de la mejor forma posible. Durante la vigilia de esta larga noche hay bailes, comidas y bebidas, bandas, músicos y diálogo. Los ancianos o personas sabias instruyen a los demás sobre el origen, su Comunidad y su compromiso con las formas de vida y su relación directa con la naturaleza, los derechos. Es costumbre que cada uno lleve algo para compartir: hojas de coca, bebida o comida, cigarrillos, coa, incienso.
Las fogatas están estrechamente vinculadas al fuego sagrado que brilla en el corazón, ilumina, purifica, fecunda, destruye algo, utiliza su energía, da vida, genera otra cosa. Aplica no sólo a la materia, sino también a las emociones más densas como la ira, miedo extremo, odio, rencor, envidia, celos, violencia. Alegra, reúne, permite el encuentro con el otro. Están presentes en cada encuentro hasta que dan paso al Tata Inti que regresará y comenzará a iluminar los días cada vez más largos, y con sus rayos fecundará nuevamente la tierra para que, a su vez, Pachamama produzca todos los bienes que el ser humano necesita.
Esta celebración fue prohibida por los españoles quienes, además, promovieron la fiesta de Corpus Christi el mismo 21 y de San Juan el Bautista el 24 de junio con el objetivo de desterrar lo que para ellos eran culturas paganas.
En 1944 comenzó en Perú un movimiento para recuperar estas ceremonias, pertenecientes a culturas ancestrales de los Pueblos Originarios Andinos. En la actualidad muchos Pueblos, y cada vez más se incorporan agrupaciones, para celebrar la Fiesta del año nuevo andino.
Se escucha decir que estamos en el año 5527. Esta afirmación dice que el 21 de junio de 2005 comenzó la quinta era (una era es igual a 1.000 años cada uno con 527 que transcurren desde 1492 cuando los españoles llegaron al continente). De todas maneras, estos números son controversiales porque hay varias posturas y por lo tanto no es necesario comentarlo.
Cuenta María Zalazar, referente de la Comunidad Cacique Colchagual del Pueblo Huarpe:
“Recibimos al Año Nuevo en el ciclo de los Pueblos Indígenas, es una celebración muy cara a nuestro sentir de Pueblo Originario, especialmente en los corazones de los que aún cuidamos la naturaleza y nos sentimos parte de ella. Que el gran espíritu ancestral nos una a todos en este momento, y aunque no estemos todos juntos, sabemos lo que queremos y lo que pedimos cada uno.
Vamos a seguir estando y permitiendo a las nuevas generaciones la riqueza de nuestra cultura, en nuestro caso, la cultura del Pueblo Huarpe.
Esta fecha significa la vida, significa estar, que la Madre Tierra nos quiere y quiere que estemos con ella. Sigamos cuidándola, que en ese patio grande de la casa estemos todos sus hijos y la sigamos manteniendo como la mejor madre.
Este día es para revivir momentos de emociones, recuerdos, enseñanzas de nuestros mayores y a la vez transmitirlas a las generaciones nuevas”.