Entre el 21 y 24 de junio, los Pueblos Indígenas del hemisferio sur celebran el comienzo del solsticio de invierno. Hecho que ocurre año tras año cuando el sol se encuentra en su punto más alejado del ecuador, dando origen así al día más corto y a la noche más larga.

El We Tripantu o Wüñoy Tripantu es la celebración que se realiza en el solsticio de invierno austral, recibiendo al año nuevo. Es un día de celebración, ya que es el más breve del año, y marca el comienzo de los días cada vez más largos hasta el solsticio de verano y el renacer eventual de la naturaleza tras el invierno al que se entra.
Margarita Millain, del Pueblo Mapuche, cuenta que “es un día de despedida de las energías y los espíritus malos. Se le pide y agradece a la tierra y al río. Es una celebración que nos invita a recibir y a compartir”.
El 23 de junio, por la noche, comienza la ceremonia con la reunión de las familias frente a un gran fogón, para escuchar los relatos de los miembros más antiguos del grupo y compartir platos tradicionales, especialmente preparados para el acontecimiento.
Al amanecer del 24 de junio, cuando los primeros rayos del Antu (sol) asoman en ese lugar sagrado que es Leuvuco, se invoca al Vuta Chao (Gran Dios) para que guíe y dé sabiduría a los Lonkos (autoridades), se hacen ofrendas a la Mapu (tierra) para tener buenas cosechas y alimentos y se abrazan con sus Peñi (hermanos) con Veli We Tripantu (buenos deseos para el comienzo del año). También se agradece por lo recibido y se pide por la salud de la Mapu y de todos los seres vivos que compartimos este espacio y tiempo.
El momento sagrado alrededor del Rewe (tronco utilizado para las ceremonias) es oportuno para la conexión con el Gran Espíritu y la naturaleza. El sonar de las trutrucas y el golpe del kultrun, más la atenta mirada del Witru (caldén) le da la bienvenida al Nuevo Sol. Un nuevo ciclo comienza.