Las Naciones Unidas proclamaron el 22 de abril como Día Internacional de la Tierra, reconociendo que ella y sus ecosistemas son fundamentales para la biodiversidad. Es una oportunidad para promover el cuidado de la naturaleza y la Madre Tierra como aspecto fundamental para alcanzar un justo equilibrio y un vivir armónico entre todos los seres.
Hoy la contaminación y las prácticas extractivistas que promueve el capitalismo desmedido generan consecuencias irreparables en la salud del ambiente. Todo para saciar económicamente a unos pocos negociados, poniendo en riesgo a cientos de Comunidades Indígenas y campesinas que son quienes más cuidan los bienes naturales que existen en su entorno.
La imperante crisis climática, los cambios provocados por el ser humano en la naturaleza, y los hechos criminales que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva e industrial o el creciente comercio ilegal de vida silvestre están acelerando el ritmo de destrucción del planeta.
El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) busca orientar los esfuerzos de los Estados Miembros a prevenir, detener y revertir la degradación de nuestro hábitat, en todos los continentes y océanos, a fin de alcanzar los grandes objetivos de la Agenda 2030: Proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas y de la naturaleza en todo el mundo.
Dice Mónica Caballero, de la Comunidad Puerto Tirol del Pueblo Qom, Chaco, “la Tierra para las Comunidades Indígenas es la Madre, porque valoramos lo que hay en ella: el agua, los árboles, los animales, los frutos del monte. La tierra nos sigue proveyendo y de ella comemos la tuna, el chañar, el mistol. Sin Tierra, ni territorios las Comunidades no tendríamos vida. Valoremos lo que nos dejaron nuestros abuelos, esa naturaleza. Cada árbol del monte tiene su significado, como así también cada animal. Busquemos visibilizar que sin Tierra no hay vida”.
“No somos solamente poseedores de la tierra, sino que somos parte de ella, pertenecemos a la tierra. Somos habitantes naturales de los territorios. Hay un constante atropello en el desarrollo natural de los Pueblos y las Comunidades lo sufren, sin contar con el respeto que se merecen”, expresa Máximo Santo, referente cultural del Pueblo Mocoví, provincia de Santa Fe.