Una declaración que merece ser escuchada

La Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la OEA contribuye al desarrollo de estándares internacionales con el objetivo de proteger y garantizar los derechos de esos Pueblos. Para su correcta interpretación debe verse en conjunto con otros instrumentos internacionales como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre y los tratados especializados del sistema interamericano y universal de Derechos Humanos.

La Declaración considera distintos aspectos de la vida de las Comunidades y Pueblos Indígenas para que puedan vivir de acuerdo a su libre determinación.

La norma, en suma, reconoce que los derechos de las Comunidades Indígenas constituyen un aspecto fundamental y de trascendencia histórica para el presente y el futuro del continente, la importante presencia de Pueblos Indígenas en todo el territorio y su inmensa contribución al desarrollo, pluralidad y diversidad cultural de las sociedades y la importancia que tiene para la humanidad la existencia de los Pueblos y las Culturas Indígenas de las Américas. También reitera la obligación de respetar sus derechos y su identidad cultural.

Reafirma así que los Pueblos Indígenas son sociedades originarias diversas, con identidad propia que forman parte integral de las Américas.

Estos Pueblos han sufrido injusticias históricas como resultado, entre otras cosas, de la colonización y de haber sido desposeídos de sus territorios y bienes, lo que les ha impedido ejercer, en particular, su derecho al desarrollo según sus propias necesidades e intereses.

En el prólogo, la declaración menciona “la urgente necesidad de respetar y promover los derechos intrínsecos de los Pueblos Indígenas, que derivan de sus estructuras políticas, económicas y sociales y de sus culturas, de sus tradiciones espirituales, de su historia y de su filosofía, especialmente los derechos a sus tierras, territorios y recursos”

También destaca que los conocimientos, culturas y prácticas tradicionales indígenas contribuyen al desarrollo sostenible y equitativo y al ordenamiento adecuado del ambiente, “teniendo presente que los progresos nacionales constitucionales, legislativos y jurisprudenciales alcanzados en las Américas para garantizar, promover y proteger los derechos de los Pueblos Indígenas, así como la voluntad política de los Estados de seguir avanzando en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas de las Américas”.

Asimismo, considera “la importancia de eliminar todas las formas de discriminación que puedan afectar a los Pueblos Indígenas y teniendo en cuenta la responsabilidad de los Estados para combatirlas, alentando a los Estados a que respeten y cumplan eficazmente todas sus obligaciones para con los Pueblos Indígenas dimanantes de los instrumentos internacionales, en particular las relativas a los derechos humanos, en consulta y cooperación con los pueblos interesados”.

Así, la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la OEA busca aportar al respeto a la diversidad, marcando la necesidad de promover los derechos de los Pueblos Indígenas, tan estigmatizados y ninguneados por los Estados, desde la perspectiva política, económica, social y cultural, conociendo y respetando su historia, sus tradiciones espirituales y sus costumbres. Es una herramienta para que se conozcan y se cumplan efectivamente los derechos de las Comunidades Originarias.

Esta Declaración debe ser tenida en cuenta por las autoridades, funcionarios responsables, poderes legislativos, es decir, todo el sistema de gobierno, no solo como una  pieza de lectura para ser citada en discursos y trabajos sino como una herramienta de uso y consulta constante  para  que  definitivamente  evolucionen  las relaciones entre los Pueblos Indígenas y el Estado nacional, para lograr el país multiétnico y pluricultural en que nos merecemos vivir.

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